🏛️ Reforma Laboral, polarización y autoritarismo: cómo nos estamos cargando la Democracia.
Esta newsletter es diferente, más personal, y responde a la necesidad que tengo de exteriorizar las sensaciones que me producen los últimos acontencimientos políticos y sociales.
En los últimos años hemos vivido situaciones políticas y sociales que nunca antes un millennial, como yo, esperaría vivirlos. Y es insoportable.
Hace apenas unos días se debatía en el Congreso la convalidación del Real Decreto Ley de la Reforma Laboral. Sabemos que, en estos tiempos de fragmentación política y mayorías parlamentarias frágiles, cada voto cuenta.
Tanto es así que la reforma se aprobó gracias a una traición —dos diputados de UPN votaron en contra rompiendo la disciplina de voto de su partido y el acuerdo alcanzado con el Gobierno— y un error —un diputado del PP se confundió a la hora de votar telemáticamente.
La sesión terminó a gritos de “tongo, tongo” por parte de los que maniobraron en la sombra para que la reforma no se aprobara, los líderes de la derecha empezaron a hablar de “pucherazo” y los medios conservadores cerraron sus rotativas con titulares como “la Reforma Laboral se convalida vulnerando los derechos fundamentales”, “un error que el PP niega” o “Batet se arrogó funciones que no le corresponden”.
Y esto es enormemente preocupante. Primero, porque polariza y tensiona a la sociedad en una coyuntura histórica donde la identidad e ideología dividen más que las políticas públicas. Segundo, porque se crea un caldo de cultivo que ampara y justifica acciones violentas que hemos vivido recientemente y no deberían caer en el olvido: el asalto al pleno del Ayto. de Lorca, las amenazas de muerte con balas a políticos progresistas durante una campaña electoral o el ataque a la sede de Podemos en Cartagena. Estos son solo algunos ejemplos recientes, pero hay muchos más.
En todo este tiempo hemos visto a la derecha llamar “ilegitimo” al Gobierno de Coalición por llegar a La Moncloa mediante un mecanismo constitucional como es la Moción de Censura, ratificada por los votantes, año y medio más tarde, en unas elecciones generales. También hemos visto criminalizar a los menores extranjeros no acompañados o agredir a personas que pertenecen a minorías o colectivos históricamente oprimidos. Y lo que es peor, hemos visto a políticos justificando estas acciones y a medios comunicación difundiendo falsedades que sólo sirven para una cosa: generar un clima de tensión que promueve más acciones como las que describo.
Pero mi preocupación no solo es por los hechos que ya han ocurrido, sino por aquellos que están por llegar.
Estos días hemos visto cómo el partido Republicano declaró el Asalto al Capitolio como un “discurso político legitimo”, a pesar de haber indicios significativos sobre el papel que jugó Donald Trump promoviendo esas acciones. Es más, un año más tarde de los incidentes, uno de cada tres estadounidenses cree que el uso de la violencia contra el Gobierno puede estar justificado o cuatro de cada diez no consideran que Joe Biden ganara las elecciones de forma legítima, a pesar de que no haya ninguna evidencia de fraude electoral.
Estos motivos no son ajenos a nosotros, de hecho, algunos de ellos incluso nos pueden resultar familiares. Tampoco estamos libres de conductas violentas y autoritarias, hasta el punto de que uno de cada cuatro votantes de Vox consideran que, “en algunas circunstancias, un régimen autoritario es preferible a un sistema democrático”.
Soy consciente de que el ingenio y el humor nos permiten sobrellevar este tipo de situaciones difíciles, pero no deberíamos tomárnoslo a broma, al menos, si no queremos cargarnos la Democracia.
Creía que iba a ver como preocupante que una ley tan importante se aprobara sin aceptar la voluntad de los parlamentarios. Que una persona vote telemáticamente, vea que se ha equivocado, se desplace al parlamento para que ANTES de la votación se cambie el sentido de su voto y no se permita parece gravísimo. Eso es lo que constatan esas portadas.