Elecciones en Galicia: Mayoría absoluta del PP sin la mayoría de votos
La concentración/fragmentación del voto y el diseño del sistema electoral gallego mantiene al PP en el poder sin la mayoría de los votos. Podría volver a pasar en 2024.
El Partido Popular ha gobernado en la Xunta de Galicia desde 19891 hasta hoy, con la única salvedad entre los años 2005 y 2009, cuando Touriño (PSdeG) consiguió la mayoría absoluta —por un escaño de diferencia— tras sumar el apoyo del BNG en su investidura.
Y es posible que sigan gobernando después de las próximas elecciones autonómicas llamadas para el 18 de febrero.
Una reciente encuesta de Sociométrica/El Español, realizado entre el 25 y el 31 del diciembre pasado2, apuntaba a una mayoría absoluta débil del PP de Rueda, con el 44-45% de los votos y 39 escaños — 1 más que los necesarios para gobernar en solitario.
De cumplirse estas expectativas — y a falta de conocer más encuestas — parece ya evidente que hay una serie de factores que, de manera sistemática, llevan coordinándose desde la llegada Feijóo a la Xunta tras las elecciones de 2009: la concentración del voto conservador en una única opción electoral —y la fragmentación del adversario— y el umbral mínimo del 5% para conseguir representación en el parlamento sirven al PP para gobernar con mayoría absoluta de escaños sin tener la mayoría de votos, tal y como ha ocurrido en los últimos quince años.
Hagamos un breve repaso:
2009: 47% votos vs. 51% de escaños (+4)
2012: 46% vs. 55% (+9)
2016: 48% vs. 55% (+7)
2020: 48% vs. 56% (+8)
También se dio este mismo fenómeno en 1989 (+6). El PP solo logró superar la mitad de los votos en las tres elecciones celebradas entre 1993 y 2004 (‘93, ‘97, ‘01), coincidiendo con la presidencia de Aznar en el Gobierno central.
Rueda es consciente de este equilibrio y así se comprende la precipitación de las elecciones gallegas, para no dejar margen de maniobra a sus rivales políticos — principalmente a Sumar y Podemos, pero también a Vox.
Ahí es donde convergen los dos factores que he mencionado anteriormente:
La concentración del voto conservador en torno al PP, sobre todo en en áreas rurales y en provincias menos pobladas como Lugo y Ourense, hace que se lleve la mayoría de los 14 escaños que se reparten en cada una de las dos circunscripciones (sobreestimando la rentabilidad electoral del PP incluso por encima de los datos expuestos anteriormente), a la vez que partidos del espacio confederal no consiguen arañar representación con facilidad en estos territorios (más votos en la ciudad).
La barrera electoral, del 5%, juega un papel fundamental en las expectativas que tenemos para Vox (3-4%), Sumar (4-5%) y Podemos (2-3%) —según datos de Sociométrica—, ya que les dificulta la consecución de representación, sobre todo si un espació común está fragmentado en dos partidos, asegurando que, al menos uno de ellos, se convierta en extraparlamentario (si no son los dos).
De todas formas, aun queda mes y medio por delante en una contienda electoral que parece anticiparse igualada y que, a pesar de que el PP esté cotizando al alza a nivel general, los primeros indicios apuntan a que ese escenario no es extrapolable a las autonómicas de Galicia —como si lo fue en la era Aznar.
A todo esto hay que sumarle que a la izquierda le basta con que el PP no consiga la mayoría absoluta en solitario — como viene ocurriendo en las últimas décadas — y no es un escenario especialmente alocado, aunque los recientes acontecimientos no empujan, precisamente, en esa dirección.
En las elecciones autonómicas de 1981 gobernó Alianza Popular con el apoyo de UCD y en 1985 volvió a gobernar —bajo las siglas de Coalición Popular— con mayoría simple.
El 30 de diciembre las bases de Podemos Galicia votaron en contra del preacuerdo alcanzado con Sumar de concurrir en una candidatura conjunta a las elecciones autonómicas, por lo que parte de la encuesta se realiza previo a conocerse esa decisión públicamente.